martes, 13 de marzo de 2018

Características del Mosaico Bizantino (Pantocrátor y la Deésis)

Características del Mosaico Bizantino

Es una de las manifestaciones más conocidas del arte bizantino, y es una continuación del mosaico paleocristiano. Al igual que en este estilo artístico, se usaba para la decoración de paredes, y no de suelos como era habitual en el mundo romano.

Utiliza teselas de mármol de colores y también de barro cocido policromadas con pasta de vidrio, logrando efectos de gran vistosidad, colorido, riqueza y variedad cromática.

La tendencia general del estilo se basa en la idealización de las representaciones, lo que las vincula a un sentimiento religioso profundamente espiritual que hace que no haya que materializar las formas, sino darles precisamente sensación de irrealidad.

Las composiciones son frontales, con figuras que permanecen aisladas entre sí, con repetición de esquemas, disposiciones rígidas, sin expresar sentimientos ni emociones, hieráticas, que se reiteran monótonamente entre elementos decorativos o de paisajes.

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Temas Iconográficos del Pantocrátor

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El Pantocrátor es una de las figuras más características del arte religioso occidental de la Alta Edad Media. El Pantocrátor es una iconografía frecuente en el arte bizantino y en el arte Románico, transmitiendo a través de su imagen la fuerza y el poder justiciero de Dios.

Se representa por ello bajo un aspecto severo, de expresión seria y solemne, que en ocasiones alcanza rasgos coléricos. Para mayor expresionismo gestual su fisonomía adopta el rostro con bigote, barba y larga melena negra. Es habitualmente un Cristo nimbado y a veces coronado, y cuyo gesto habitual muestra la mano derecha bendiciendo y la izquierda sobre las Sagradas Escrituras.

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Se suele representar sentado en un trono o sobre la bóveda celeste, en un signo de su autoridad universal. Se rodea de una mandorla, un marco en forma de almendra cuyo origen se hallaría en el clípeo de los retratos funerarios romanos y que evocaría el simbolismo de la esfera celeste como imagen de perfección.

Rodeándolo aparece también el Tetramorfos o representación simbólica de los cuatro evangelistas: San Mateo, como un ángel; San Juan, como un águila; San Marcos, como un león; y San Lucas, como un toro.

Su importancia jerárquica en la iconografía cristiana explica su ubicación siempre en lugares preeminentes: en los ábsides de las iglesias, los tímpanos de las portadas de los templos o decorando los frontales de las mesas de altar, en un claro ejemplo de jerarquización espacial de los temas, tan habitual en la imaginería cristiana.

Mosaico de la Deesis

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Igual que Cristo, la Virgen en el arte bizantino tendrá numerosas iconografías que nutrirán tanto al mundo románico como al gótico. En el centro del ábside aparece la Virgen María Theotokos(Madre de Dios) en un lujoso trono con el niño y con los pies sobre un pedestal con joyas.


El más conocido y sin duda el mejor de los mosaicos bizantinos de Santa Sofía, situado en las galerías superiores del templo, concretamente en la galería sur, en su sala central.
Su cromatismo, suavidad y expresión de las figuras demuestra cuán deudor es el treccento italiano del arte bizantino.


Cristo aparece en majestad junto a la Virgen María y Juan el Bautista, los cuales imploran la intercesión de Cristo Pantocrator por la humanidad en el Día del Juicio Final.

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